Sistema muscular. Parte I

GENERALIDADES DEL TEJIDO MUSCULAR

Tipos de tejido muscular

El tejido muscular constituye entre el 40% y el 50% del peso corporal total y está compuesto por células muy especializadas. Los tres tipos de tejido muscular son el esquelético, el cardíaco y el liso. 

Como su nombre lo sugiere, casi todo el tejido muscular esquelético está unido a los huesos y moviliza partes del esqueleto. Este tipo de músculo es estriado, es decir que presenta estrías o bandas claras y oscuras alternadas si se observa con el microscopio. Como el músculo esquelético puede ser contraído y relajado en forma consciente se considera voluntario. Debido a que son muy pocas las células que se dividen, el músculo esquelético tiene una capacidad limitada de regeneración.

Tipos de músculos.

El tejido muscular cardíaco sólo se encuentra en el corazón y forma la mayor parte de su pared. El corazón bombea la sangre hacia todo el cuerpo a través de los vasos sanguíneos. Al igual que el tejido muscular esquelético, el tejido muscular cardíaco es estriado. Sin embargo, a diferencia del primero, el tejido muscular cardíaco es involuntario, o sea, sus contracciones no dependen de un control consciente. El músculo cardíaco se puede regenerar en condiciones determinadas.

El tejido muscular liso se encuentra en las paredes de las estructuras internas huecas, como los vasos sanguíneos, las vías aéreas, estómago y los intestinos; y participa en procesos internos como la digestión y la regulación de la presión arterial. El músculo liso no es estriado (carece de estrías) y es involuntario (no depende del control consciente). Aunque el tejido muscular tiene una capacidad considerable para regenerarse en comparación con los otros tejidos musculares, esta capacidad es limitada respecto de la de otros tipos de tejidos, como el epitelio.

FUNCIONES DEL TEJIDO MUSCULAR

A través de la contracción sostenida o la contracción y la relajación alternadas, el tejido muscular realiza cinco funciones importantes: produce los movimientos del cuerpo, estabiliza las posiciones del cuerpo, regula el volumen de los órganos, desplaza sustancias dentro del organismo y genera calor.

1. Producción de los movimientos corporales.

Los movimientos corporales, como por ejemplo caminar correr, escribir o inclinar la cabeza, dependen del funcionamiento coordinado de los músculos esqueléticos, los huesos y las articulaciones.

2. Estabilización de las posiciones del cuerpo.

Las contracciones del músculo esquelético estabilizan las articulaciones y mantienen las posiciones del cuerpo; por ejemplo, para permanecer de pie o sentado. Cuando una persona está despierta, los músculos de la postura se contraen de manera continua; por ejemplo, la contracción continua de los músculos del cuello mantiene la cabeza erguida.

3. Regulación del volumen de los órganos.

La contracción continua de bandas anulares de músculo liso denominadas esfínteres impide la salida de los contenidos de los órganos huecos. Así, es posible almacenar alimentos en el estómago u orina en la vejiga en forma temporaria porque los esfínteres cierran los orificios de salida de estos órganos.

4. Desplazamiento de sustancias dentro del organismo.

Las contracciones del músculo cardíaco bombean la sangre a través de los vasos sanguíneos. La contracción y la relajación del músculo liso presente en las paredes de los vasos sanguíneos contribuyen a modificar su diámetro y regulan así el flujo sanguíneo. Las contracciones del músculo liso también movilizan los alimentos y otras sustancias a través del tubo digestivo, impulsan los gametos (espermatozoides y ovocitos) a través del aparato reproductor y movilizan la orina través del aparato urinario. Las contracciones del músculo esquelético ayudan a que la sangre retorne al corazón.

5. Generación de calor.

Cuando el tejido muscular se contrae genera calor. Gran parte de este calor se emplea para mantener la temperatura corporal normal. Las contracciones involuntarias del músculo esquelético, denominadas temblores, pueden ayudar a calentar el cuerpo dado que incrementan en forma significativa la velocidad de producción de calor.